-¿Fue hace mucho?-pregunté sin dejar de
abrazarlo.
-A principio de año.
-¿Queres contarme como fue todo?
-Habíamos pasado navidad juntos, y ellos para
año nuevo junto con mi dos hermanos –Paz y Santiago- que eran más chicos
que yo, habían decidido pasar año nuevo en la casa de mis abuelos paternos,
pero ellos no vivían en Montevideo, lo hacían a tres horas de allí. Yo me quedé
a pasarlo con la familia de mi novia-lo miré extrañada- sí, tenía una novia y llevábamos
dos años de relación. Pasamos la noche muy bien, hablé con mis padres y
hermanos para desearnos un buen año, y al otro día, bueno… en la ruta tuvieron
un accidente y…-no pudo seguir hablando y comenzó a llorar, sin dudarlo volví a
abrazarlo.
-Tranquilo, no sigas…
-Me hace mierda siempre, todavía no puedo
creerlo, fue algo tan injusto, todo por un hijo de puta que manejaba borracho.
Yo sentí, yo siento que una gran parte mía murió con ellos. Era mi familia
Pau-me miró y tenía una mirada tan triste que me partió el alma- ellos eran
todo, pero literal, nunca conocí a personas tan buenas como ellos, estaban
llenos de amor, de vitalidad, siempre con una sonrisa. Mi hermanita-dijo en un
susurro y volvió a explotar en llanto- ella se merecía seguir viviendo, tenía
tu edad. Era una persona llena de luz, es injusto, tantas veces pienso que
hubiese sido mejor que esté yo en su lugar.
-No, no vuelvas a decir eso Pedro.
-No te das una idea el dolor que siento, me
hace mierda todos los días, cada uno de ellos. No dejo de imaginarme o realizar
suposiciones de que hubiese pasado si se quedaban.
-No te sirve de nada pensar así, Pepe. Yo
pienso que las cosas pasan porque tiene que pasar, no importa el contexto.
-No. Las cosas no pasan porque tienen que
pasar. Ellos no tenían que morir, no.
-No quiero decirte frases hechas, pero ellos
de verdad están con vos, te apoyan, desde el lugar que están. Aunque sueno feo,
a veces tenemos que aceptar que hay personas que se quedan en nuestro corazón,
aunque no se queden en nuestra vida. Mi madre siempre me dice “Las personas que
amamos no se mueren nunca, porque las recordamos” y pienso que así es.
-Es complicado pensar así, yo a principio lo
que pensaba era que al pasar el tiempo el dolor iba a disminuir, pero me pasa
todo lo contrario, extraño todo de ellos, hasta las cosas más cotidianas. Siento que nunca voy a lograr superar esto,
que nunca voy a poder hablar de ellos, o recordarlos sin llorar.
-Yo pienso que sí, pero primero tenes que
pasar esta etapa, la de llorar, llorarlos sin control, es todo muy reciente.
Podes contar conmigo para lo que quieras, lo sabes-lo abracé.
-Gracias, de verdad, muchas gracias. Todo
esto es tan raro, siento que te conozco hace mucho tiempo-se separó un poco de mí.
-Yo también, pero trato de no analizarlo
tanto.
-Yo estoy intentando hacer lo mismo. ¿Te
queres quedar a cenar?
-Gracias por la invitación, pero es hora que
vuelva a casa.
-Bueno, quedará para otro día, ¿no?
-Claro, no va a faltar oportunidad. ¿Te puedo
hacer una pregunta?
-Sí.
-¿Qué sucedió con tu novia?
-Mmm, eso lo dejamos para otro día. Es largo.
-Bueno-nos paramos- a pesar de todo, pasé una
linda tarde-noche-reímos- gracias.
-Es recíproco-caminamos hasta la puerta.
Sin temor a equivocarme, creo que nunca me
habían dado un abrazo tan lindo-como el que me estaba dando Pedro en este
momento-.
-Nos vemos-susurró en mi oído y besó mi
mejilla al separarse.
-Nos vemos, gracias nuevamente.
Ahora yo besé su mejilla y salí de su
departamento.
Llegué a mi departamento y al entrar
milagrosamente todo estaba en silencio. Fui hasta la habitación de mi madre, y
pude ver gracias a que la puerta estaba entre abierta que estaba acostada
leyendo.
-Ma, llegué-dije sin entrar- voy a bañarme.
-¿Podes hablar después?
-Sí.
Como dije millones de veces, la ducha era una
especie de terapia. Comencé a recordar todo lo que me había contado Pedro y me
volvía a partir a la mitad-la exageración siempre-. Por lo poco o mucho que lo
conocía sabía que no se merecía el sufrimiento que tenía, jamás perdí a un
familiar mío cercano, y de solo pensar en perder a mis padres me helaba la
sangre-literal-.
Raro. Lindo. Distinto. Son buenas palabras
para en algún punto definir lo que nos pasa. Aunque verdaderamente siento que
hay que dejar de pensar tanto, y más cuando sucede algo así. Nuestra conexión
fue instantánea.
Dejarse llevar-por sobre todos-. Eso.
-La cena ya está pronta-dijo mi madre
golpeando la puerta del baño.
A los pocos minutos salí y me dirigí al
comedor. Allí estaba ella sentada y en la mesa se encontraban los platos con
milanesas y ensalada junto a dos vasos de gaseosas. Tenía hambre así que me venía
perfecto el menú.
-¿Cómo estás?-me preguntó cuándo me senté.
-Bien, supongo-comencé a cortar la milanesa.
-Yo te quiero pedir perdón por este mes
horrible que te hicimos pasar con tu padre, se nos fue todo de las manos.
-Veo…
-Sabes todo lo que te amamos y lo que menos
queremos es que sufras.
-A veces no se nota.
-Por eso te pido perdón, en el nombre de los
dos. Vos no tenes nada que ver con esto.
-¿Es totalmente definitivo?
-No lo sé. Sinceramente no lo sé. Pero vos
tranquila, todo se va a solucionar, sea cual sea la situación con tu padre.
-¿De verdad se acabó todo el amor que se
tenían?
-suspiró- no, claro que no. Veníamos mal y
explotamos, pero el amor no se acabó.
-¿Y porque papá lo dice, entonces?
-Porque la situación nos desbordó a los dos,
solamente por eso. Pero vos no te tenes que meter en estos problemas nuestros.
-Ustedes me meten. Y no hace falta pedir
perdón, entendí.
-¿Dónde estuviste todo este tiempo?
-En la casa de Mar-odiaba mentirle pero no
quedaba otra.
Ya en mi habitación, decidí poner un poco de
música así me relajaba. La voz de James Blunt fue la elegida. No existía mejor
cantante.
Y me dormí escuchando su voz y pensando en
todo lo que había pasado, en Pedro.
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