sábado, 14 de febrero de 2015

Capítulo 39

Sentía voces a mí alrededor, pero me negaba a abrir los ojos, tenía mucho frío. Acomode mejor las mantas sobre mi cuerpo e intenté seguir durmiendo, pero no pude.
–Pau, despertate–siento la voz de mi madre–estas volando de fiebre.
Abro los ojos pero al instante los cierro por la luz, vuelvo a abrirlo hasta acostumbrarme a la luz y nuevamente el frío se apodera de mi cuerpo.
–Tengo mucho frío–digo suavemente y descubro que me duele bastante la garganta.
–Lo sabemos, es mejor que te des un baño–escucho la voz de mi padre– así después te acostas y tomas algo.
Él tenía razón. Haciendo un gran esfuerzo, retiré las mantas y me paré. Mis piernas flaquearon y mi madre tuvo que sostenerme.
–Yo la acompaño, vos prepara paños fríos–le dice mi madre a mi padre.
–Bueno. Cualquier cosa avísame–besa mi frente.

------
Ya estoy nuevamente acostada y tapada. Mi papá coloca paños en mi frente mientras que mi mamá estaba preparándome un té. Miré por la ventana y el sol ya estaba.
–¿Qué hora es?–pregunto suave.
–mira el reloj de su muñeca– van a ser las diez am.
– ¿No van a ir a trabajar?
–Si te sentís mejor después del mediodía si.
Me limite a asentir y cerré los ojos. Me dolía el cuerpo.
–Hija–abro los ojos y mi mamá está allí – acá tenes un té, tómalo y después te dormís un rato si queres.
Coloca la bandeja sobre mi falda y yo agarro la taza de té. Suspiro de placer cuando mis manos hacen contacto con la caliente porcelana.
Poco a poco voy bebiendo la infusión, y para cuando la termino mis ojos pesan.
–¿Queres que nos quedemos acá?
–No–digo mientras mi mamá retira la bandeja con la taza vacía– no es necesario, voy a estar mejor.
–¿Segura? –pregunta ella dudosa.
–Si, de verdad. Vayan y trabajen tranquilos.
–No vamos a estarlo si sabemos que te sentís mal–mi padre.
–Es solo un poco de fiebre y dolor corporal, nada que un par de horas no lo soluciono, prometo llamarlos si me siento peor.
–Creemos en vos, eh–mi papá besa mi mejilla tiernamente–igual todavía faltan un par de horas para que nos vayamos.
–Bueno, igualmente yo voy a dormir ahora.
–Descansa–besa mi frente.
–Te queremos.
Les dedico una sonrisa, me acomodo bajo mis mantas y me dejo llevar por el sueño.

"Mi pequeña" la voz de Pedro resuena en mi cabeza, pero estoy demasiado cansada como para saber si es o no realidad.
"¿Por qué me cuesta tanto estar separado de vos?" vuelvo a escuchar junto con unas suaves caricias en mi cabello.
Me obligo a abrir los ojos, y cuando lo hago el rostro de él aparece en mi campo de visión. Era real, él estaba acá, conmigo.
–Pequeña, mi pequeña–repite en mi oído.
–Pedro–susurro–¿Qué haces acá?–me acomodo en la cama.
–Tu madre me dejó pasar, pero eso no importa, lo que verdaderamente importa es tu salud, ¿Cómo te sentís?
–Bien, mejor–me aclaro la garganta– la cabeza me sigue doliendo, un poco, pero ya no siento tanto frio.
–Mejor entonces, ¿Tenes hambre?
–Sí. Mucha.
–Te voy a preparar algo para almorzar entonces.
–¿Qué hora es?
–Van a ser la una pm. Te preparo algo y vuelvo–deja un beso en mi frente y otro en mi mejilla.
Se va y yo largo un suspiro, acompañado de una sonrisa. Me hacia bien tenerlo conmigo, a pesar de lo que pasó ayer, saber que le importaba me hace sentir mejor.
–¿Muchas cosas en las que pensar? –pregunta y me saca de mis pensamientos. Él estaba con su cuerpo recargado sobre el marco de la puerta.
–Así es.
–Nos debemos una charla–se acerca y sienta en la cama.
–Sí.
–Pero es mejor después.
–Sí. ¿Qué estas cocinando?
–Pollo hervido con verduras que encontré en la heladera.
–cierro los ojos por un momento– que rico.
–Espero que me salga rico y te guste.
–Seguro si.
Él me mira y sin decir nada me abraza, yo me acurruco en sus brazos, sin importarme nada más.
–¿Me queres?–le pregunto en un susurro.
–Pau... Sabes la respuesta.
–Necesito escucharla.
–me mira– más que a nada en el mundo.
–¿Por qué nos lastimamos entonces?
–No lo sé, pero no te das una idea lo que me duele pelear con vos.
–A mi también, mucho.
–¿Podemos hacer como si nada pasó? –lo miro– solo por este rato, por favor–me suplica.
¿Cómo decirle que no cuando me mira de la forma en que lo hace? Con sus ojos llenos de suplica, temor y hasta dolor.
–Soy consciente que ambos tenemos que disculparnos–afirmo con la cabeza– pero dejemos la charla para después–me dice y lentamente acerco nuestros rostros.
–Dejame decirte que me hace muy bien que estés acá, conmigo. Siempre te necesito.
–Y yo a vos, te volviste una necesidad constante en mi vida.
–Te amo–susurro y poso mis labios sobre los suyos.
–Yo a vos, yo te amo a vos, pequeña–dice para después besarme.

Y en este momento, nada me importa más que él, que nosotros.

----------
Espero que les guste el capítulo y sus comentarios -en el anterior solo recibí dos en el blog, así no-. 

viernes, 13 de febrero de 2015

Capítulo 38

Había intentado volver a dormir, pero no lo conseguía. Mi cabeza daba mil vueltas, y no podía dejar de pensar en el bendito mensaje.
Sé que no insinuaba nada, pero de igual forma había algo que no me cerraba, no comprendía el motivo de su encuentro y menos de que él no me lo haya comentado.
Cuando lo miro, noto que él estaba mirándome a mí.
Estabas muy concentrada, ¿En que pensabas? –su mirada baja y se encuentra con su celular en mi falda– ¿Por qué tenes mi celular vos?
Te llegó un mensaje–dije de una– y bueno, pensé que podía leerlo.
se acomoda en el respaldo de la cama– ¿De quién era?
De Martina– su rostro palidece por un momento– Se vieron hoy–afirmo– ¿No pensabas decírmelo?
No tengo nada que decirte.
¿No? –levanto mi voz– yo pienso que tenes mucho para decirme.
–¿No podemos hablar tranquilos, sin gritar?
–Es que no entiendo porque estás hablando con ella. 
–Por algo que no importa. No tenes porque saber siempre todo. Sos mi novia, no mi madre, y ya soy grande para dar explicaciones. – eso dolió.
–Nunca escuché algo tan patético en mi vida como lo que acabas de decir.
–No es patético, es la verdad.
–Claro que no–me paré de la cama– soy tu novia, por si no sabes, y me tenes que explicar porque hablas con mi amiga–aunque estemos peleadas seguimos siendo amigas.
–¿Siempre tenes que exagerar todo?
–No entendes nada. Ya veo como confías en mi–comencé a cambiarme, sin importar que me vea. Estaba lo suficiente enojada como para fijarme en algo así.
–Es imposible hablar con vos.
–Veo que tenes muchas ganas de hacerlo–digo sarcástica al verlo cómodamente en la cama.
–Simplemente es algo mío, ¿Podes entender eso Paula? ¿Qué pensas? ¿Qué te engaño?
–¡NO! –le grito– no soy tan básica. Me molesta que no quieras decirme que relación los une.
–Te quedaras molesta entonces.
–¿Siempre vamos a terminar así, no?
–Esta vez no es mi culpa. Es culpa de tu inmadurez.
–Ja–intento tragarme el nudo que se forma en mi garganta– es tan simple como decirme... –me interrumpe.
–Es tan simple como confiar en mí.
–Vos tampoco confías en mi, si no me lo dirías.
–¿Cómo podes ser tan caprichosa? No puede ser siempre como vos queres.
–Mejor no sigamos hablando porque nos vamos a lastimar, y es lo que mas quiero. Cuando confíes en mi llámame.
–Entonces no esperes mi llamado–dice y solo lo miro negando, para después irme. No podía soportar más las ganas de llorar, de descargarme.

- - - -

Nos amábamos –estaba segura de eso– pero aún así no pudimos evitar discutir de esa forma. Sabía que no iba a soportar estar nuevamente separada de él. Lo necesito, logró meterse en cada parte de mi cuerpo, en todo sentido.
Igualmente, ahora me encontraba lo suficiente enojada como para no hablarme por algunos días. ¿Tanto le costaba explicarme el mensaje? ¿El motivo de su encuentro? No entendía eso. Confiaba en él, y si bien al principio por unos segundos la palabra “infiel” se me vino a la cabeza, la descarté al instante, él jamás me haría eso.


Mi cuerpo me pesaba. No podía más del cansancio, pero aun si seguía golpeando con fuerza la bolsa de boxeo. Necesitaba descargar mi ira, mi furia. Fueron mis piernas las que fallaron haciéndome caer. Sin poder evitar, lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Lagrimas de dolor, de enojo. ¿Por qué nuevamente el amor que no teníamos no era suficiente?
Me levanté y saqué los guantes. Pude ver que tenia los nudillos rojos, y me ardía un poco, pero sinceramente no me importaba, no se comparaba al dolor que estaba sintiendo internamente.
Él es igual o más terco que yo, ¿Cómo íbamos a lograr llegar a arreglar las cosas?

Llegué a casa y estaba mi madre mirando televisión.
–Hija, ¿Estas bien? –me pregunta parándose. Supongo que mi aspecto me delató.
–No–digo mirando para abajo– me voy a bañar, ¿Podemos hablar después?
–Claro que si, te preparo algo para comer–quise hablar pero no me dejó– no acepto un no.

El agua me relajó por completo, me hizo olvidar por un momento todo. Y nada necesitaba más en ese momento.

Mi madre en mi habitación me esperaba con una sándwich y un vaso de jugo de naranja. Siempre podía confiar en ella, y más ahora que sabía lo de Pedro.
–¿Problemas amorosos? –pregunta mientras yo me acuesto.
–Si... Discutí fuerte con Pedro–me mira esperando que le cuente el motivo– leí un mensaje que le mandó Martina donde le agradecía por la charla que habían tenido.
–¿Desconfias de él?
–No–niego con la cabeza también– es solo que no me quiso contar y no entiendo porque no lo hizo.
–Tal vez es algo privado de ellos. Si confías en él, no lo pierdas por esta pavada.
–¿Vos decís que yo estuve mal?
–Eso es algo que vos tenes que pensar y fijarte. Solo digo que por algo no te lo dice. Una pareja se basa en confianza, pero eso no significa que tienen que contarse absolutamente todo.
–Yo le contaría todo.
–No sabes, si te cuentan algo importante, tal vez preferís guardártelo para vos.
–De igual manera, él no me trató muy bien.
–¿Te maltrató? –pregunta asustada.
–No, no, tranqui. Solo fue un poco frío. Sentí que no le importó.
–No piensas así, capaz que es su forma de guardarse, de no sufrir. Vos intenta hablar con él, su amor lo vale.
–No sé si quiero hacerlo. Aunque ahora el enojo se fue por la culpa, creo–digo confundida– lo traté mal yo también...
–En las discusiones pasa eso, a veces necesitamos hacer sentir mal a la otra persona, para sentirnos mejor nosotros, aunque no lo consigamos. Cuando lo sientas, llámalo. Nada tiene que ser forzado. Ahora te dejo así comes algo y descansas.
–Gracias, por todo–besa mi mejilla y nos abrazamos por unos segundos.

“Mi pequeña, mi ángel” sus palabras se repiten en mi cabeza una y otra vez, haciéndome sentir mejor, y así me duermo, con esa frase en eco, dándome esperanza de que todo iba a estar mejor, de que nuestro amor es suficiente. 

-------
Capítulo de hoy. Espero que les guste, como también espero sus comentarios. http://ask.fm/togetherthepair si llego a las 750 preguntas, a la noche (del sábado) subo el próximo. 

jueves, 12 de febrero de 2015

Capítulo 37

Llevaba días peleada con Martina, y nada me dolía más.
Cuando estábamos en clase intenté varias veces en acercarme a ella para hablar, pero todas se negaba, pareciera que no le importaba estar así conmigo. Pero yo tampoco era estúpida, si no quería hablar conmigo, yo mucho no podía hacer.

Al salir del colegio, le escribí un mensaje a mi madre comunicándole que iba a almorzar y pasar la tarde en la casa de Pedro.
Mientras caminaba, conecté los auriculares a mi celular, y Sia comenzó a sonar.

No puede evitar ponerme mal por Martina, éramos amigas desde hace tanto tiempo, que no podía entender como por una "simple" pelea todo se pierda. No quería ser extrema, pero no la veía con muchas intenciones de que me hable, o simplemente escuche.
En los recreos se había quedado adentro, mientras que yo después de intentar hablar y recibir una negativa de su parte, iba afuera donde estaban mis amigos. Así fue durante unos más de cinco días. Ellos me dijeron que también la notaban rara, distante, pero supuse que era por nuestra pelea.

Una vez en el edificio, subí hasta la cuarta plata.
Toqué suavemente con los nudillos la puerta y mientras esperaba que me atendiera guardé los auriculares -luego de desconectarlos del celular-.
Al abrir, me encontré con un Pedro desorbitado. Estaba descalzo, con un jean y un buzo. El pelo lo tenía despeinado, como si se hubiese pasado los dedos varias veces. Miré su cara y noté rastros de cansancio en ella. Hoy temprano no estaba así. Me preocupé.
–Pepe–digo y lo abrazo–¿Estás bien? –pregunto cerca de su oído.
Él se limita a pasar sus brazos por mi cintura, atrayéndome más a su cuerpo.
–No sé si voy a poder con todo esto–lo escucho decir suave y bajo, como si fuese un pensamiento.
–Con todo vas a poder, sos fuerte.
Lo sentí negar y mis brazos se aferraron con más fuerza a su cuello.
–Hoy fue la primera consulta y mira como estoy–ríe irónico.
–Eso no significa nada–me separo de apenas de él y mis manos van hacia sus mejillas– podes caerte muchas veces, pero lo que vale es que te levantes.
–No sé cómo haces para tener tanta confianza en mí.
–No volvamos a lo mismo, por favor –le suplico mirando directamente a sus ojos.
–No es volver a lo mismo, ¿Pero vos entendes mi postura? No quiero molestarte siempre, que nos veamos y tengamos siempre la misma charla.
–No. No la entiendo. Vamos a tener la misma charla hasta que te entre en esa cabezota todo lo que te amo y las ganas de estar con vos–veo sus ojos llenándose de lágrimas a la vez que niega con la cabeza.
–Mi pequeña, mi ángel –susurra.
–Tuya, confía en mí, estamos juntos en esto, vamos a poder.
–Confío en vos.
–Entonces créeme que vamos a poder, vos vas a estar bien.
–¿Y cuando no sea así? ¿Cuando no esté bien?
–Yo también voy a estar, apoyándote en todo.
–suspira– un 'gracias' queda chico para agradecerte por todo lo que estas haciendo por mí.
–Te lo mereces, de verdad, y ahora almorcemos algo, ¿Si?–pregunto con una sonrisa y me pongo en putillas para besar suavemente sus labios.
–Qué lindo beso, quiero otro.
Sonrío y vuelvo a besarlo, ahora con más intensidad– quiero que seas mía–murmura entre besos.
–Ya soy tuya–digo separando apenas nuestros labios.
–No del todo...–dice y logro entender a que se refiere.
–Oh...–noto mis mejillas ardiendo– yo... em–me interrumpe.
–Te voy a esperar el tiempo que sea, solo quería que lo sepas.
Sonrío agradecida y escondo mi rostro entre el hueco de su cuello y hombro derecho.
–No tengas tengas vergüenza tonti, es algo normal.
–Ay, para, "es algo normal"–digo imitando su voz causando su risa.
–Yo no hablo así, en cambio vos si hablas así –aclara su garganta y lo miro– ay, Pepe, bésame–dice imitando fallidamente mi voz– hazme tuya...–lo interrumpo.
–¡Pedro!– le grito intentando no reírme– nunca dije eso último.
–No falta mucho–alza las cejas.
–Bueno, basta –le pego en el pecho juguetonamente– ¿Cocinaste algo?
–se pone serio– no, llegué y me acosté un rato. Perdón.
–¿Como me vas a pedir perdón por eso?–le pregunto con las manos en la cintura de forma jarra.
–Es que vos muchas veces me has cocinado y yo no, tendría que ser al revés, y con esto del tratamiento yo...–lo interrumpo.
–Stop ahí. Devuelta no. Ya lo hablamos ¿O no?–quiere hablar pero no se lo permito– ¿O no?–vuelvo a preguntar.
–Sí. –baja la mirada.
–Listo entonces, tema más que cerrado, ahora vayamos a lo importante que mi estomago pide comida.
–levanta la vista y sonríe– no tengo mucho, debo ir al súper, ¿Te va medallones de pollo con puré?
–Sip–digo pronunciando por demás la 'p'.

Entre risas y bromas preparamos nuestro almuerzo. Después de ordenar todo, decidimos ir a acostarnos un rato.

–Me voy a duchar, ¿Me esperas despierta?
–Si, claro–le digo besando la punta de su nariz.
Revisé su armario, y saqué de allí un jogging acompañado a un buzo para ponerme.
Unos minutos después, Pedro salió del cuarto de baño solo con un bóxer y secándose el pelo con una toalla chica. Oh mi Dios. Debía admitir que tenía un cuerpo increíble.
–¿Admirando la vista? –lo escucho decir y lo miro a los ojos. No disimulé mucho a la hora de mirarlo. –A decir verdad no, no hay mucho para admirar.
–Te creo tanto–dice burlón y se señala– todo tuyo.
Río negando. Me encanta ver a este Pedro: feliz y juguetón.
–¿Nos dormimos, mejor?–pregunto acomodándome en la confortable cama de dos plazas.
–Si es lo que queres...–lleva la toalla al baño y vuelve.
–Así es–le digo a la vez que él se acuesta. Automáticamente me atrae hasta su cuerpo.
–¿Pusiste alarma?
–Si, dormimos cuatro horas y después te acompaño al super.
–No es necesario.
–Quiero hacerlo. Así que shh–dejo un beso en su pecho, y allí me duermo. Es mi almohada preferida.

–Basta, me duele muchísimo la panza –digo llorando de la risa.
–Usted se lo buscó señorita–escucho la voz de Pedro y vuelve a hacerme cosquillas.

Siento una música de lejos, que al pasar los segundos la siento mas cerca...
Abro los ojos y miro para todos lados ubicándome. La música sigue sonando, y me doy cuenta que es el celular de Pedro, mientras él duerme.
Rápidamente agarro su celular y veo que tiene un mensaje, por un momento dudo, pero luego decido leerlo.
"Gracias por la charla de hoy y por tu silencio. Me hizo muy bien. Sos muy buena persona."
Veo el remitente y él no lo tenia agendado al número, pero a mí me sonaba conocido. Y es ahí cuando caigo, me sonaba conocido el número, porque es el de Martina.
Mil dudas vienen a mi mente, ¿Se vieron hoy?, ¿En carácter de qué?, ¿De qué silencio habla?, ¿Me iba a contar Pedro el encuentro?
Una idea horrorosa de cruza por mi cabeza, que rápidamente la elimino, él no me haría eso nunca, y el mensaje no lo insinuaba, pero un deje de angustia se instaló en mi pecho.

----------------
Hola, espero que les guste el capítulo y espero sus comentarios. Hace varios que no paso los 5 comentarios en el blog, espero pasarlos con este! Puede colaborar con mi aburrimiento y dejar comentarios o preguntarme algo en mi ask: http://ask.fm/togetherthepair

domingo, 8 de febrero de 2015

Capítulo 36

Cuando tenía quince años, un día que estaba en el colegio, sentí una fuerte puntada en la cabeza, no me preocupé, ya que estaba estudiando bastante por los parciales que venían, así que lo tomé como una consecuencia de ello.
Unos días después, me pasó lo mismo, pero también lo dejé pasar.
Así estuve por dos semanas, con puntadas cada vez más fuerte.
Hasta que no pude evitarlo más, ya que sentí algunas frente a mis padres.

Me hicieron estudios en cantidad, a decir verdad, sentí miedo. No quería enterarme de nada malo, solo esperaba que fuese algo insignificante.

Y al final, lo que tenía era la enfermedad que en el día de hoy no me deja dormir.
Lo que me dijeron era que es algo hereditario, y por lo que supe, mi abuela matera sufrió dicha enfermedad.

Estuve encerrado por días, sin hablar con nadie, y si tenía que hacerlo, lo hacía de mal modo. Me sentía impotente, dejando mi vida en manos del destino, sin nada que poder hacer, hasta que pude comprender que nadie tenía la culpa, y que mi familia estaba igual de mal que yo.
Estuve tomando medicamentos por varios meses, muchas veces no podía tomar alcohol por ese tema.
Un día decidí dejar de tomarlos, sabía que aun así, el momento en que pierda la vista iba a llegar.

Cuando mis padres y hermanas fallecieron, sentí que ya nada importaba, nada tenía sentido para mí. La vida se había llevado a las personas que mas amaba en el mundo. Sentí que me estaba castigando, dios sabe por qué cosa.
Me enojé, me enojé con ellos por dejarme solo –ilógico, lo sé–, con Dios por sacarme lo más preciado de mi vida.
No quería saber nada con nadie, todo me recordaba a ellos, y no podía estar viviendo donde lo estaba haciendo, es por eso que decidí venirme a Buenos Aires. Y fue acá, cuando sentí que todo cambió. Conocer a Paula fue el mejor regalo de Dios, pienso que así fue.
Ella me devolvió las ganas de vivir, de hacerle frente a la vida, de seguir adelante. Me hace ser mejor persona. A veces pienso que no la merezco, que necesita a alguien mejor, por eso cuando comencé nuevamente con mi enfermedad quise mantenerla alejada, pero me di cuenta que soy egoísta, no puedo estar sin ella.

Hoy comenzaba el tratamiento, y siendo sincero, tenía miedo, miedo al porvenir.

–Todo va a salir bien, lindo–dice Pau besando mi cuello. Estamos en el auto, frente al colegio.
–Ojalá así sea.
–Vas a ver que sí. Tranqui–vuelve a dejar un beso en mi cuello.
–Tus besos me relajan.
–Ahora ambos tenemos cosas que hacer, pero acordate que cuando salgo del colegio voy a tu casa, y ahí te relajo mucho.
–Sos lo más, mi amor–digo y ella sonríe– gracias por estar siempre.
–Siempre, siempre para vos–dice besando mis labios – no lo dudes. Como vos siempre estás cuando yo te necesito.
–Soy tan feliz teniéndote a mi lado.
–Yo también. Muy. Nos vemos en un par de horas, ¿Si?–afirmo con la cabeza– te amo.
–Y yo a vos, hermosa–digo a la vez que me acerco para dejar un beso chiquito en sus labios. 

Al llegar a la clínica, no tardaron mas de cinco minutos en hacerme pasar.
–Buenos días –saludo y estrecho la mano con el doctor.
–Hola, siéntese, por favor –dice señalando una silla y me siento allí.
–Estuve leyendo tu historial, y tenemos que agradecer que la enfermedad no está muy avanzada, por lo cual, haremos 10 sesiones, una vez por semana cada una, ya que los tratamientos te van a producir gran dolor de cabeza, y puede que algún que otro mareo diario. Terminadas las sesiones, te realizaremos la operación.
–¿Es seguro que van a evitar que...–suspiro– que quede sin vista?
–Nada es seguro, y usted lo debe saber. Pero haremos todo lo posible para que lo sea. Ahora comenzaremos con un ejercicio, ¿Si?–asisto.
El Dr. Martínez me lleva hasta otro consultorio en el que hay más de cinco aparatos. Suspiro y siento un poco de temor, pero luego me acuerdo de Paula y de sus palabras y todo pasa.

Cuando salgo, siento que mi cabeza va a estallar. Voy mirando hacia abajo cuando mi cuerpo choca con alguien. Al levantar la vista, me encuentro con
los ojos de Martina.
–Hey, hola–la saludo y veo que a su lado se encuentra una señora.
–Hola–dice suavemente y noto su voz quebrada.
–¿Todo bien?
Ella hace una mueca y mira para abajo.
–¿Tenes ganas de que charlemos? Podemos ir a desayunar.
Pau me había contado el indecente que había tenido con ella, así que tal vez si habláramos, podría saber si tiene algo conmigo–negativo–.
–Bueno–dice y se da vuelta hacia la señora– él era mi profesor de matemáticas. Pedro.
–Un gusto, soy la madre de ella, Eleonora.
–El gusto es mío.
–¿Despues como te volves?–le pregunta ella a su hija– yo tengo que ir a trabajar, y no quiero que andes sola–dice y me pregunto cuál será el motivo de esa petición.
–Disculpe que me meta, pero yo puedo llevarla –noto cierta duda en sus ojos– no tengo nada mas para hacer después.
–¿Seguro que no es molestia?
–Para nada, enserio.
–Bueno, muchísimas gracias.

–Me contó Pau que están peleadas–digo a la vez que la camarera trae nuestro pedidos. Un té para cada uno, con cuatro medialunas para compartir.
–Sí, hace algunos días que lo estamos...
–Yo no quiero ser el causante de eso, si es por pasar tiempo... –me interrumpe.
–Tengo cáncer–dice. Mis ojos se abren y siento un frio correr por mi cuerpo– me voy a Estados Unidos–vuelve a dejarme helado.
–Lo siento mucho, ¿Es muy avanzado? –pregunto a la vez que acaricio su mano.
–Muy, por eso mismo me voy, allá hay médicos y tecnología más avanzada.
–¿Ninguno de tus amigos lo saben? –ella niega–¿Cuándo se lo vas a decir?
–No lo sé, por ahora no.
–Tienen que saberlo.
–Prefiero que no, te pido por favor que no le digas nada a Paula.
–No puedo hacer eso, merecen saberlo, estar con vos.
–No–siento su voz quebrarse– tengo tanto miedo.
–No, no, vas a estar bien, de verdad. Tenes que llenarte de amor ahora.
–No me siento preparada para decírselos, sé que inevitablemente van a sufrir y no quiero.
–Van a sufrir porque te aman, quieren lo mejor para vos, siempre.
–¿Y si no puedo contra esto? –dice con sus ojos llenos de lagrimas y noto el miedo en su mirada.
–Sos fuerte, vas a poder–niega reiteradas veces.
–Nunca tuve tanto miedo en mi vida, siento que todo se me vino encima, y fue por esa razón que me enojé con Pau, y tal vez si me alejo de todos... –la interrumpo.
–No. Ni lo pienses, van a sufrir de igual manera, pero van a estar todos juntos, apoyándose.

–Necesito que respetes mi decisión, por lo menos por ahora, por favor–me mira con ojos suplicantes y por un momento pienso en no contar nada, pero después pienso en Pau, no puedo ocultarle algo así.


---------------
Perdón por tardar en subir. No está corregido el capitulo, así que puede que haya alguna falta. Espero sus comentarios. 

miércoles, 4 de febrero de 2015

Capítulo 35

–Voy a ser su contención, no su "saco de boxeo"–hago un fallo intento de imitar su voz–.
–Eso es desde tu punto de vista.
–Hay solo un punto de vista.
–Oh, claro que no, todos tenemos nuestro punto de vista.
–Lo sé, pero a mí solo me importa mi punto de vista, ¿Vamos a volver a pelear?
–No, solo que parece que lo único que te importa ahora es él –dice refiriéndose a Pedro– y ya te olvidas de nosotros– no, celos no.
–Claro que no es así, nada más lejos de la realidad.
–Lo disimulas muy bien si no es así.
–¿Qué te pasa?–pregunto sin dar crédito a lo que está diciéndome.
–Lo que escuchas. Todo gira sobre Pedro, y si a nosotros nos sucede algo ni te enteras.
–No te voy a permitir que digas eso–me paro de la cama y ella repite mi acción – es verdad que estoy con Pedro en mis ratos libres, ¿Pero con eso qué?, intento preocuparme y hablar con todos, y estoy segura que sólo vos pensas así.
–Yo no estaría tan segura...
–Y si vos pensas así, ¿Por qué no me lo dijiste de una y nos ahorramos esto?
–La idea era que vos te des cuenta, o que vos quieras saber como estoy.
–Lo que menos quiero es que te enojes con lo que voy a decir, pero me parece que estas exagerando un poco, es verdad todo lo que decís en referencia a mi tiempo libre, pero siempre estuve con ustedes, para todo, ¿Me vas a hacer este planteo porque una vez en la vida estoy en pareja y trato de cuidar eso?
–Cuando te des cuenta que estas equivocada, me hablas–dice y se acerca a la puerta, con la intención de irse. La miro incrédula.
–No puedo creer lo que me estás diciendo, es el planteo mas infantil de todos, y perde cuidado que no voy a ser yo la que te vuelva a hablar. Siendo mi amiga de tantos años, te tendría que alegrar lo que estoy viviendo–ella ríe irónica pero noto dolor en su mirada.
–No entendiste nada de lo que te dije, una lástima–dice y abre la puerta para irse. Quise seguirla pero mis piernas no respondieron, seguía asombrada con la situación. ¿De qué iba todo eso?
No comprendía su arrebato, siempre traté de estar para mis amigos, y si bien, seguramente no me ganaba el premio de mejor amiga del mundo, me consideraba una buena amiga; se ve que ella no lo ve así. Y me duele. Me duele pelear con una de mis mejores amigas.
Siento una presión en el pecho y mis ojos se llenan de lágrimas.
Necesitaba hablar con alguien que me haga ver si yo estoy equivocada, ¿Quien mejor que Gonzalo? Él siempre era sincero conmigo.
"¿Venís a casa? Te necesito" le escribo rápidamente y me siento a esperar su respuesta.
Las lágrimas seguían acumuladas en mis ojos, pero se negaban a salir.
Mi celular vibra logrando que me sobresalte, abro el mensaje y una sonrisa chiquita aparece en mi rostro cuando leo su confirmación. En diez minutos estaría en mi casa, y lo agradecía, necesitaba un abrazo suyo.

---

–¿Vos pensas que es así?–le pregunto a Gonzalo una vez que ya le había contado todo. Él me abrazaba por el costado.
–Es verdad que estas pasando más tiempo con él, pero eso no tiene nada de malo, es absoluto, si no todo lo contrario. Estas enamorada y no hay nada más lindo. Tenes el apoyo de todos–hago una mueca– el de ella también, aunque haya reaccionado así. Nos pone contentos que vos lo seas.
–Su reacción no parecía la de una amiga feliz por otra.
–Cada uno tiene su manera, buena o mala, correcta o no, pero al fin y al cabo todos reaccionamos distintos, y esa es la manera de ella, de llamar tu atención.
–No es una linda manera–digo y la angustia vuelve– no la reconocí, te juro. Era otra. Todavía sigo sin comprender porque me dijo todo eso, no entiendo–él me mira y simplemente me abraza más fuerte. Agradecía tenerlo, era el mejor amigo que cualquier persona querría tener.

"¿Nos vemos un rato a la noche? te extraño"
Recibo el mensaje, suspiro y me dejo caer en la cama.
"Hoy no puedo, mañana hablamos"
Gonzalo me mira y yo le alcanzo el celular para que pueda leer los mensajes.
–¿Vas a dejar que un comentario de otra persona interfiera o te aleje de él?–me mira y niega.
–¿Y que se supone que haga?
–Que vayas y estés con él.
–No sé si es buena idea.
–¿Dónde quedó la Paula segura de sí misma?
–No lo sé, pero tenes que entender que inevitablemente lo que ella me dijo, me hizo sentir mal.
–Lo entiendo, lo que no logro entender es el motivo de ese mensaje tan frío.
–Necesito pensar... Mañana voy a hablar con él.
–Bueno, pero no te des mucha manija, vos sabes bien como son las cosas, no te confundas–ambos nos paramos de la cama– sos la mejor amiga del mundo–sonrío y lo abrazo. Fuerte.
–Y vos sos el mejor amigo que la vida me pudo dar, gracias por estar siempre–le digo con una sonrisa y mis ojos llenos de lágrimas. Sí, soy sensible.
–No llores, hermanita–el apodo me hace sonreír aun mas, me decía así desde pequeña– ¿Queres que te haga algo para comer mientras te das un baño para tranquilizante?
–niego– no miento cuando digo que sos el mejor amigo del mundo, pero no es necesario, no tengo hambre ahora.
–¿Estás segura? No me gusta que no comas, estas muy flaca.
–Y así es como pasas de hermanito tierno a padre insoportable –digo riendo pero él frunce el ceño.
–Padre insoportable, mira que bien–dice con una sonrisa picara y removiendo sus manos juntas. Comencé a caminar hacia atrás hasta que choqué con mi cama, y cuando quise darme cuenta, estaba tirada en la misma con Gonzalo arriba haciéndome cosquillas. Reí sin parar por unos largos minutos, hasta que me costaba respirar.
–Así me gusta verte. Riendo.

------

Ya había salido de bañarme, y me encontraba terminando los trabajos de hoy. Suspire cuando intenté concentrarme por quinta vez sin éxito. Respiré pesadamente y aparté los libros y notebook para poder acostarme.
Necesitaba estar sola, pensar y aclarar mis ideas. Por más que no lo haya demostrado, las palabras de Martina me habían confundido, y es lo que menos quería, porque yo estaba segura de lo que sentía.
Mi celular vibra y abro el mensaje que aparece en pantalla, era de Pedro: "Pau, ¿Estás bien?, ¿Queres que vaya a verte?" ¿Es que no entendía que necesitaba estar sola?, suspire cuando me di cuenta que él no tenía la culpa de nada. Me sentí mal por tratarlo de manera fría en el mensaje. Tecleo para reivindicarme.
"Pepe, hoy discutí con una amiga, eso me tiene un poco mal y quiero estar sola, solo eso. Mañana hablamos. Te amo."
A los pocos minutos respondió: "Sabes que cualquier cosa estoy, para vos siempre. Todo va a estar mejor. Me encantaría poder darte un abrazo pero respeto tu decisión. Te amo, pequeña"

Sonreí. Él tenía ese poder, ahora me sentía mejor.

-----------------------
Espero que les guste el capítulo, y sus comentarios, por favor, acá o en mi twitter @togetherthepair. También pueden hacerlo en mi ask: http://ask.fm/togetherthepair
Tengo pensado escribir el próximo capítulo desde el punto de vista de Pedro, ¿Que les parece?



lunes, 2 de febrero de 2015

Capítulo 34

Desde que Pedro me había comentado sus ganas de viajar conmigo a su país natal y terminamos discutiendo, no había vuelto a pensar en ese tema. La idea me gustaba, pero era complicado. Muy.
–Pepe–digo suave– me encantaría poder viajar con vos–me interrumpe.
–Pero...
–Sabes que es complicado. No volvamos a la discusión de aquella vez–le suplico.
–No quiero volver, pero no entiendo porque es complicado.
–No te cierres, es complicado porque necesito un permiso firmado por mis dos padres, de lo cual, uno no sabe de nuestra relación, y el otro se enteró ayer.
–bufa y cierra los ojos– aunque no quiera aceptarlo, tenes razón.
–Viaja esta vez sólo, la próxima intentamos hacerlo juntos, ¿Sí?–hice ojitos y él sonrió.
–Imposible decirte que no, y ahora, aunque no quiera hacerlo, debemos levantarnos.
–Mm, me niego, ¿Y si falto?–pregunto haciendo "pucherito". Él ríe, besa mis labios y lo siento negar.
–Claro que no, pequeña, usted al colegio.
–Amargado, aguafiestas–lo acuso– vos te perdes mis besos.
–Oh, no, nada de eso va a servir. A tu madre no le va a agradar nada que faltes, va a pensar que te llevo por mal camino y...–pongo mi dedo índice sobre sus labios impidiéndole continuar.
–Y nada más lejos que eso. Te entiendo, supongo que ya vamos a tener tiempo, ¿no es así?
–Exacto. Vamos a tener mucho tiempo para darnos muchos besos y para–hace un gesto pícaro elevando sus cejas.
–Y para dormir, nada más lindo que dormir.
–¿Quien de los dos es el aguafiestas y amargado ahora?–dice haciendo que ambos riamos.
------
Entro a casa con paso apurado ya que debía bañarme y en veinte minutos debía estar en el salón de clases.
–Nosotras dos tenemos que hablar –escucho la voz de mi madre.
–¿Almorzas acá?–pregunto dirigiéndome al baño.
–Sí, hasta la noche tengo libre.
–Genial, ¿Me pasas a buscar por el colegio y lo hacemos en algún lugar? Tengo ganas de salir.
–Bueno, ¿A la hora de siempre?
–Sí, ahora me voy a bañar porque si no, no llego, ¿Vos me podes alcanzarme?
–Claro-sonríe.

Amaba relajarme bajo el agua de la ducha, relajarme física y psicológicamente, pensar y analizar todo, pero lastimosamente hoy no tenía tiempo para eso.

Las horas de clases pasaron dolorosamente lentas. Estaba rogando que llegaran las tan deseadas vacaciones, pero antes debía someterme a los parciales que comenzaban entre poco tiempo.
En el recreo más largo, divisé a Pedro en un pasillo, quien estaba allí para hablar con el director.
Me dedicó una sonrisa torcida, y estuve a punto de correr a sus brazos, eso es lo que provocaba ese gesto.
“Voy a extrañar verte con el uniforme...”
Recibo ese mensaje en la última hora de clase y me saca una sonrisa. Tecleo rápidamente para responderle
“Cuando quieras podes darme clases pero en tu casa...:)
PD: Te extraño.
PD2: Estabas muy lindo hoy.
PD3 –y último–: Cuando me sonreís como hoy, me dan ganas de llenarte de besos”
Vuelvo a prestarle atención al profesor de Geografía, pero solo capta mi atención unos pocos minutos, ya que recibo la respuesta de Pedro.
“Mmm, ya quiero darte clases... Pero ahora presta atención en la que estás.
PD: Yo te extraño más.
PD2: Vos siempre estas linda, porque ya lo sos.
PD3: Voy a sonreírte así más seguido, gracias por el dato ;)”  
Sonrío y me enamoro diez veces más, como si eso fuese posible.

Al salir del colegio, como habíamos acordado mi madre estaba esperándome. Subo y después de saludarnos, nos dirigimos hasta un lugar cerca para poder comer.

–Parece muy educado–suelta una vez que estamos almorzando.
–Es, verdaderamente es muy educado. Una gran persona–y no puedo evitar tener una estúpida sonrisa en la cara.
–¿Cómo fue que... –suspira– que comenzaron a salir?, ¿Cómo fue que comenzó todo?
–Comenzamos a hablar en el gimnasio, íbamos juntos, después cuando ustedes se separaron, o tuvieron su crisis–baja la mirada por unos segundos– él fue mi gran sostén, iba a su departamento y me ayudaba a pensar en otra cosa, a distraerme y calmarme.
–Detesto la mentira, y lo sabes, todas las veces que pensé que estabas con tus amigos y no era así, pero agradezco que él te haya hecho sentir mejor.
–¿No estás enojada?
–No, me duele que no hayas confiado en mi desde el comienzo, pero de alguna forma de comprendo.
–No fue falta de confianza, fue... no sé que fue, pero me salió así. ¿Y el tema de la edad? –pregunto con cierto temor. Eso fue algo que me preocupó siempre.
–Sabes que no soy estricta en ese sentido. Son solo unos años, y verdaderamente parece respetuoso, supongo que lo voy a ir conociendo–afirmo con la cabeza–¿Cómo está con su enfermedad?
–Bien, por ahora... Yo intento estar a su lado y apoyarlo. Es complicado, lo bueno es que tiene cura, yo voy a estar con él en todo momento, pase lo que pase.
–Estas enamorada.
–sonrío tímida– nunca me sentí así.
–Me alegra que así sea. Yo voy a hablar con algunos colegas por su tema.
–Gracias, gracias de verdad, por todo, pero más que nada por apoyarme en esto, es muy importante para mí.
–Sos mi hija, me pone feliz que vos lo estés, y voy a apoyarte y acompañarte en todo momento.
Sonrío feliz.

-------------

Son las cuatro de la tarde y estoy con Martina en mi casa, conversando y haciendo algunos trabajos para el colegio.
–¿Cómo va todo con Pedro?
–Genial, por suerte. Estamos muy bien.
–¿Y con su enfermedad?
–Bien... En unos días comienza con su tratamiento.
–¿Y te sentís capaz de estar a su lado sabiendo lo que va a pasar?–me dice Martina y yo la miro. Seria.
–¿Que queres decir con eso?
–El tratamiento lo va a desgastar psicológicamente, y puede que algunas veces vos seas su saco de boxeo.



---------------------
Hola, espero que les guste el capítulo y espero sus comentarios, que cada vez son menos. Me gustaría que comenten y me digan si les gusta la historia, si tienen alguna critica, o algo así. Quiero saber que leen. Besos. (@togetherthepair)

Capítulo dedicado a "Escritoras y Agos" son lo mas y las quiero mil mil, me encanta compartir tantos gustos y cosas así con ustedes!!