Cuando
tenía quince años, un día que estaba en el colegio, sentí una fuerte puntada en
la cabeza, no me preocupé, ya que estaba estudiando bastante por los parciales
que venían, así que lo tomé como una consecuencia de ello.
Unos
días después, me pasó lo mismo, pero también lo dejé pasar.
Así
estuve por dos semanas, con puntadas cada vez más fuerte.
Hasta
que no pude evitarlo más, ya que sentí algunas frente a mis padres.
Me
hicieron estudios en cantidad, a decir verdad, sentí miedo. No quería enterarme
de nada malo, solo esperaba que fuese algo insignificante.
Y
al final, lo que tenía era la enfermedad que en el día de hoy no me deja
dormir.
Lo
que me dijeron era que es algo hereditario, y por lo que supe, mi abuela matera
sufrió dicha enfermedad.
Estuve
encerrado por días, sin hablar con nadie, y si tenía que hacerlo, lo hacía de
mal modo. Me sentía impotente, dejando mi vida en manos del destino, sin nada
que poder hacer, hasta que pude comprender que nadie tenía la culpa, y que mi
familia estaba igual de mal que yo.
Estuve
tomando medicamentos por varios meses, muchas veces no podía tomar alcohol por
ese tema.
Un
día decidí dejar de tomarlos, sabía que aun así, el momento en que pierda la
vista iba a llegar.
Cuando
mis padres y hermanas fallecieron, sentí que ya nada importaba, nada tenía
sentido para mí. La vida se había llevado a las personas que mas amaba en el
mundo. Sentí que me estaba castigando, dios sabe por qué cosa.
Me
enojé, me enojé con ellos por dejarme solo –ilógico, lo sé–, con Dios por
sacarme lo más preciado de mi vida.
No
quería saber nada con nadie, todo me recordaba a ellos, y no podía estar
viviendo donde lo estaba haciendo, es por eso que decidí venirme a Buenos
Aires. Y fue acá, cuando sentí que todo cambió. Conocer a Paula fue el mejor
regalo de Dios, pienso que así fue.
Ella
me devolvió las ganas de vivir, de hacerle frente a la vida, de seguir
adelante. Me hace ser mejor persona. A veces pienso que no la merezco, que
necesita a alguien mejor, por eso cuando comencé nuevamente con mi enfermedad
quise mantenerla alejada, pero me di cuenta que soy egoísta, no puedo estar sin
ella.
Hoy
comenzaba el tratamiento, y siendo sincero, tenía miedo, miedo al porvenir.
–Todo
va a salir bien, lindo–dice Pau besando mi cuello. Estamos en el auto, frente
al colegio.
–Ojalá
así sea.
–Vas
a ver que sí. Tranqui–vuelve a dejar un beso en mi cuello.
–Tus
besos me relajan.
–Ahora
ambos tenemos cosas que hacer, pero acordate que cuando salgo del colegio voy a
tu casa, y ahí te relajo mucho.
–Sos
lo más, mi amor–digo y ella sonríe– gracias por estar siempre.
–Siempre,
siempre para vos–dice besando mis labios – no lo dudes. Como vos siempre estás
cuando yo te necesito.
–Soy
tan feliz teniéndote a mi lado.
–Yo
también. Muy. Nos vemos en un par de horas, ¿Si?–afirmo con la cabeza– te amo.
–Y
yo a vos, hermosa–digo a la vez que me acerco para dejar un beso chiquito en
sus labios.
Al
llegar a la clínica, no tardaron mas de cinco minutos en hacerme pasar.
–Buenos
días –saludo y estrecho la mano con el doctor.
–Hola,
siéntese, por favor –dice señalando una silla y me siento allí.
–Estuve
leyendo tu historial, y tenemos que agradecer que la enfermedad no está muy
avanzada, por lo cual, haremos 10 sesiones, una vez por semana cada una, ya que
los tratamientos te van a producir gran dolor de cabeza, y puede que algún que
otro mareo diario. Terminadas las sesiones, te realizaremos la operación.
–¿Es
seguro que van a evitar que...–suspiro– que quede sin vista?
–Nada
es seguro, y usted lo debe saber. Pero haremos todo lo posible para que lo sea.
Ahora comenzaremos con un ejercicio, ¿Si?–asisto.
El
Dr. Martínez me lleva hasta otro consultorio en el que hay más de cinco
aparatos. Suspiro y siento un poco de temor, pero luego me acuerdo de Paula y
de sus palabras y todo pasa.
Cuando
salgo, siento que mi cabeza va a estallar. Voy mirando hacia abajo cuando mi
cuerpo choca con alguien. Al levantar la vista, me encuentro con
los
ojos de Martina.
–Hey,
hola–la saludo y veo que a su lado se encuentra una señora.
–Hola–dice
suavemente y noto su voz quebrada.
–¿Todo
bien?
Ella
hace una mueca y mira para abajo.
–¿Tenes
ganas de que charlemos? Podemos ir a desayunar.
Pau
me había contado el indecente que había tenido con ella, así que tal vez si
habláramos, podría saber si tiene algo conmigo–negativo–.
–Bueno–dice
y se da vuelta hacia la señora– él era mi profesor de matemáticas. Pedro.
–Un
gusto, soy la madre de ella, Eleonora.
–El
gusto es mío.
–¿Despues
como te volves?–le pregunta ella a su hija– yo tengo que ir a trabajar, y no
quiero que andes sola–dice y me pregunto cuál será el motivo de esa petición.
–Disculpe
que me meta, pero yo puedo llevarla –noto cierta duda en sus ojos– no tengo
nada mas para hacer después.
–¿Seguro
que no es molestia?
–Para
nada, enserio.
–Bueno,
muchísimas gracias.
–Me
contó Pau que están peleadas–digo a la vez que la camarera trae nuestro
pedidos. Un té para cada uno, con cuatro medialunas para compartir.
–Sí,
hace algunos días que lo estamos...
–Yo
no quiero ser el causante de eso, si es por pasar tiempo... –me interrumpe.
–Tengo
cáncer–dice. Mis ojos se abren y siento un frio correr por mi cuerpo– me voy a
Estados Unidos–vuelve a dejarme helado.
–Lo
siento mucho, ¿Es muy avanzado? –pregunto a la vez que acaricio su mano.
–Muy,
por eso mismo me voy, allá hay médicos y tecnología más avanzada.
–¿Ninguno
de tus amigos lo saben? –ella niega–¿Cuándo se lo vas a decir?
–No
lo sé, por ahora no.
–Tienen
que saberlo.
–Prefiero
que no, te pido por favor que no le digas nada a Paula.
–No
puedo hacer eso, merecen saberlo, estar con vos.
–No–siento
su voz quebrarse– tengo tanto miedo.
–No,
no, vas a estar bien, de verdad. Tenes que llenarte de amor ahora.
–No
me siento preparada para decírselos, sé que inevitablemente van a sufrir y no
quiero.
–Van
a sufrir porque te aman, quieren lo mejor para vos, siempre.
–¿Y
si no puedo contra esto? –dice con sus ojos llenos de lagrimas y noto el miedo
en su mirada.
–Sos
fuerte, vas a poder–niega reiteradas veces.
–Nunca
tuve tanto miedo en mi vida, siento que todo se me vino encima, y fue por esa razón
que me enojé con Pau, y tal vez si me alejo de todos... –la interrumpo.
–No.
Ni lo pienses, van a sufrir de igual manera, pero van a estar todos juntos, apoyándose.
–Necesito
que respetes mi decisión, por lo menos por ahora, por favor–me mira con ojos
suplicantes y por un momento pienso en no contar nada, pero después pienso en
Pau, no puedo ocultarle algo así.
---------------
Perdón por tardar en subir. No está corregido el capitulo, así que puede que haya alguna falta. Espero sus comentarios.
Uy pobre Martina!!! Que tristeza!!! pero buenisimo el cápitulo!!!!
ResponderEliminarayayy! que triste el final! ojala martina hable con pau!
ResponderEliminaruhh pobresita,me la pasas por fa rociibell23
ResponderEliminaraaahiii pobre martina.. buen capitulo
ResponderEliminarah me mato lo de martina, y ahora pedro tiene que cargar con eso se va a sentir culpable porque pau esta con el y no con la amiga(va eso pieso yo jajaja ) besos espero el siguiente
ResponderEliminar