Y tenerla así, contra mi pecho y con sus
abrazos posados en mi pecho también era una situación que me traía un paz que
sinceramente hacía tiempo que no sentía. Agradecía una y mil veces haber estado
con ella en ese momento y de alguna manera “salvarla” o más bien ayudarla. Paula
no dejaba de temblar y eso me mataba.
-Sh, sh, ya pasó-susurré cerca de su oído-ya
estas a salvo. No va a pasarte nada- la abracé más fuerte con el afán de darle
confianza, seguridad y tranquilidad, y muy para mis adentros, la abracé más
fuerte porque era una sensación tan linda, y a su vez tan complicada de
explicar que quería guardármela.
-¿Estas mejor?-le pregunté unos minutos
después al sentir su respiración normalizarse.
-Si-contestó separándose un poco de mi-
gracias por todo y perdón por haberte hecho vivir esa situación...
-No tenes que agradecer nada, y menos que
menos pedir perdón-quiso hablar pero no la dejé- sh, nada más para decir-tomé
su muñeca colorada- ¿te duele mucho?
-Em no, solo me arde un poco.
-Bueno, ahora llegas a tu casa y te colocas
un poco de hielo, ¿sí?-ella asistió-¿Dónde vivís?
-En el edificio que está a tres cuadras
derecho.
Y si algo faltaba en este día era saber que
Paula vivía en el mismo edificio que yo.
-¿De verdad? Yo vivo en el mismo. Vamos que
te acompaño.
Ella me miró sorprendida pero a los segundos
se paró y se puso a la par mía. Caminamos en silencio todo el trayecto. Si me dirían
que le ponga algún nombre al día de hoy la palabra que mejor le quedaría sería “RARO”,
todo fue bastante raro, rápido…
Llegamos al edificio…
-¿A qué piso vas?-pregunté
-Al 6to, ¿vos?
-4to. ¿Subimos juntos?
-Sí.
Nos dirigimos al ascensor y entramos.
-Acordate de ponerte hielo, eh.
-Sí, no te preocupes que me acuerdo.
El ascensor llegó a mi piso.
-Bueno, nos vemos en el colegio-la saludé con
un beso en la mejilla.
-Nos vemos, y… gracias por todo, de verdad-me
abrazó unos segundos.
-Nada que agradecer, pero para la próxima no
andes sola a la noche, y acordate…-me interrumpió.
-Sí, me acuerdo de ponerme hielo. Chau-reímos
y salí para caminar unos pasos y entrar a mi departamento.
Pensé que era raro que en estas pocas semanas
que llevaba acá nunca la haya visto, pero después pensé que no salí mucho así
que era probable que no la haya visto nunca.
Y voy a quedar muy repetitivo, pero todavía
no caigo, la situación fue rara, pero lo que sentí yo fue más raro. Paula. Mi
alumna. Y eso es lo que me tiene que quedar claro en este momento.
Me duché por varios minutos, y después me
coloqué un poco de hielo en el labio. Si hubiese tenido la oportunidad la seguiría
abrazando, me sentí tan bien en ese momento.
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Entré a casa y lo primero que me vi fue a mis
padres mirando hacia la puerta con una cara no muy amigable, pero al ver la mía
se acercaron rápidamente.
-Hija, ¿Qué te pasó?-Mi madre.
No aguanté más toda la tensión contenida,
todo el miedo que sentí, los nervios, y los abracé fuerte a ambos.
-Pau, contestanos, ¿alguien te hizo algo?
-¿Nos sentamos y les cuento?-me separé.
Diez minutos después estábamos en el living
con un té cada uno. Amé que mis padres me respetaran para esperar que yo hable
y no me atosiguen a preguntas.
-Gonza se tuvo que ir antes, cenaba en la
casa de Camila, y me dijo que los llame a ustedes para que me vaya a buscar ya
que no quería que a la noche me vuelva sola, pero cuando salí me sentí un poco
mal y quise ir hasta el kiosco que queda cerca para comprarme algo, y después
si llamarlos, pero cuando estaba yendo me quisieron robar, pero por suerte llegó
mi profesor de matemáticas-ellos me miraron raro- Pedro, así se llama, estaba
en el gimnasio también, y da la casualidad que vive en este mismo edificio, así
que me encontró cuando el tipo me estaba apretando-les mostré mi muñeca que aún
seguía un poco colorada- y bueno, el tipo le pegó una trompada, pero Pedro se
la devolvió más fuerte y nos fuimos. Él me acompañó.
-Ay, mi amor-mi madre se levantó para
abrazarme.
-Tranqui, ma, estoy bien.
En ese momento mi padre me trajo hielo para
colocarme en la muñeca, me acordé de Pedro y reí para mis adentros.
-¿Estas segura que no te hizo nada más?- mi
padre.
-Segurísima, pá. Tranquilos. Ahora me voy a
bañar.
Media hora más tarde intentaba descifrar la
paz que había sentido con el abrazo de Pedro. Pedro. Mi profesor.
A la mañana me desperté con un grito, si, un
grito de Gonzalo, “Paula”.
-Nene, ¿Qué haces acá? ¿Por qué gritas
así?-abrí los ojos.
-Paula, te dije ayer que no te vuelvas sola.
-Ya, no me pasó nada.
-Pero podría haberte pasado, y me moría si
algo te sucedía-se sentó a mi lado.
-Sos lo más, de verdad, reconozco que me
equivoqué, perdón, pero ya estoy bien, en realidad siempre estuve bien, solo me
asusté mucho, ¿Qué haces a esta hora y como te enteraste?
-Quise pasar para desayunar con vos y luego
ir juntos a clases, y tu padre me contó.
-Bueno, seguramente papá ya haya hecho el
desayuno, anda si queres que mientras yo paso al baño y me cambio.
-Dale. Te quiero tanto y de verdad no sé qué
hubiese hecho si te pasaba algo, me da tanta culpa.
-lo abracé- no, no, nada de culpa, lejos de
ser tu culpa, de verdad, tranqui.
De camino al colegio me contó lo bien que
había estado la cena con su novia y la familia de ella, por suerte se llevaban
muy bien.
A la entrada del colegio nos encontramos con
Pedro, y Gonzalo, como tan mandado que es lo detuvo…
-Pedro, hola…
-Em, hola-dijo algo incómodo.
-Soy amigo de Pau, y te quería agradecer por
lo que hiciste anoche por ella.
-No tenes que agradecer nada, es mi alumna y
en algún punto era mi deber-dijo serio y al instante se retiró.
Y yo me quedé ahí, parada y muda. ¿Qué esperaba
que conteste? Pedro. Mi profesor. Solo eso. Es que no podía entender la conexión
que había sentido la noche anterior, pero seguramente fue parte del volcán de
sentimientos que había sentido por la situación vivida, si, seguramente fue eso.
Suspiré.
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Espero que les guste el capitulo. Aclaro que no tengo ni idea si en los edificios de Bs As hay piletas, pero supongamos que si.
Me encantaaa!
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