sábado, 3 de enero de 2015

Capítulo 20

No comprendía absolutamente nada. Hace diez minutos estábamos con Pedro mimandonos, y ahora... ahora ya no se como estábamos.
-Contéstame la pregunta, Paula-me dice un Pedro enojado.
-Estoy segura de lo nuestro, obvio que sí. Pero pienso que es muy rápido para decirle a mis padres, ¡no somos ni novios!
-Eso es una etiqueta, nada más.
-Bueno, sí, pero...-me interrumpe.
-Pero nada, igual deja, ahora entiendo todo-ríe irónico.
-¿Que es lo que entendes?
-¿Todo fue un juego para vos, no?
-¿Que estás diciendo?
-Lo que escuchas. Ahora si ya entendí todo.
-¡No!, no entendiste nada. Estas haciendo un problema. No te dije que no quiero que estemos mas juntos, solo que estoy diciendo que esperemos un tiempo para comunicárselo a mis padres. Listo.
-¿Listo?, ¿Todo es así de fácil para vos?-vuelve a reír irónicamente- que voy a esperar de vos si sos una pendeja.
-Te vas-digo parándome de mi cama- te fuiste al carajo-me coloco frente a él- acordate después que esto es culpa tuya.
-Obvio que es culpa mía, solamente yo me pongo con una pendeja como vos.
Y sin antes poder asimilarlo mi mano se estampó en su mejilla.
-Buena escusa, eh.
-¿Que decís?-dice con su mano en la mejilla.
-Elegiste la escusa perfecta para separarte de mí. Porque hiciste de nada un todo. Chau-digo con los dientes apretados- no te quiero ver más.
Él volvió a reír y sin más se fue. Sentí el portazo a los segundos.
Mis ojos comenzaron a arder. No. No podía llorar por una persona como Pedro. Todavía seguía sin creer lo que había pasado. Todo se nos fue de las manos por una estupidez.
Sentí que algunas lágrimas se desprendían de mis ojos y me maldije por adentro. Siempre dije que no me permitiría llorar por alguien que no valga la pena, siempre había dicho eso, el pequeño problema es que no sabía dónde ubicar a Pedro, ¿él valía la pena?, hoy, me había demostrado que no.
En el último tiempo confié en Pedro más que en nadie. Logró meterse dentro de mí, y aunque no se lo había dicho, se había metido en mi corazón.
¿Por qué no me entendió?, ¿de verdad habrá sido una escusa para terminar?, sinceramente no lo sé, pero si así fue, lo consiguió. Y por más que tratara de que la situación no me afectara ni yo me la creía. ¿Donde estuvo hoy el Pedro tierno que conocí? 

Yo:
¿No podes salir del colegio y venir a casa?, te necesito.
Le mandé ese mensaje a Gonzalo y él a los segundos respondió.
Gonza:
Pau, ¿estás bien?, en diez minutos termina la hora de literatura y voy.
Suspiré y respondí
Yo:
Sinceramente no estoy bien, pero no te preocupes. Te espero.

**

-Se fue todo al carajo, Gonzalo. No entiendo nada-digo suspirando. Ya le había contado todo lo sucedido a mi amigo.
-Tranqui, Pau. Van a charlar y a arreglar las cosas. Ustedes se quieren.
-¿Y si él no?
-No comiences a sacar conjeturas sin sentido.
-No son sin sentido, hoy por un momento no lo conocí, te juro.
-Son momentos, no te atormentes.
-Ojalá, porque te juro que para mí fue algo insignificante al principio, después él exageró todo.
-Capaz no tuvo una buena mañana.
-Se había levanto hace dos horas, y cuando llegó estaba como siempre, atento, tierno. Después se trasformó.
-No exageres, enserio. Cambiemos de tema, ¿Cómo te sentís?
-Bien, ponele.
-Te pregunto físicamente.
-Bien, ya no me duele nada.
-Hoy tengo ganas de ir a gimnasia, necesito estar en movimiento. ¿Me pasas a buscar?
-¿Tus padres te van a dejar ir?
-Sí, supongo que sí.
-Entonces sí. Como en los tiempos de antes-dice poniéndole humor. Yo hago una mueca parecida a una sonrisa y nos mantenemos en silencio.
-¿Queres que te prepare algo para almorzar?
-No, no, en media hora vienen mis padres y ellos me hacen algo. No te preocupes. Gracias igual.
-Bueno, ¿Qué tenes ganas de hacer?
-¿Te molesta si me voy a dormir?-estamos en el living.
-Claro que no-nos paramos- te va a hacer bien descansar.
-Espero-lo abrazo- gracias por venir. Sos el mejor amigo del mundo.
Él ríe y susurra un “te quiero” en mi oído.

**
Al entrar al gimnasio, lo primero que hago es visualizar a Pedro haciendo pesas. Yo suspiro y me dirijo a las bicicletas, como de costumbre. Allí estoy ejercitándome más de cuarenta minutos. Estaba cansada y tenía sed.
Pedro se encontraba tomando agua, yo me siento en un banquito y comienzo a hacer lo mismo.
-¿No vas a saludarme?-pregunto mirándolo.
-Hola-dice sin mirarme y apenas audible.
-¿No pensas que tenemos que hablar?
-No.
-¿Entonces así termina todo?-digo con mi voz quebrada. Mierda. No quería llorar. No frente a él.

-Sí-dice sin problema ni mirarme y se va.

---------------
Corto, pero bueno, quería cumplir. Espero sus comentarios, por favor.  

2 comentarios: